Alfombras de sisal, la alfombra de estilo rústico más natural para confeccionar a la medida en muchas texturas y colores.
Las alfombras de sisal destacan entre las alfombras de fibras naturales como una de las más auténticas y naturales, valga la redundancia. Poseen un carácter rústico y auténtico que pocas alfombras más pueden proporcionar, unido a un aspecto que aunque con cierta austeridad está lleno de vida y rica textura.
Las alfombras de sisal comunican una naturaleza que pertenece a un restringido club de materiales naturales, como la lana, por ejemplo. Es ese algo intangible, que en ocasiones no sabemos identificar pero que sabemos que está ahí, transmitiendo su autenticidad y naturalidad de manera tan rotunda como discreta.
Están confeccionadas siguiendo tradiciones de siglos utilizando como materia prima la planta Agave Sisalana, originaria del Yucatán en América Central. Esta fibra, convenientemente trabajada y trenzada forma alfombras de tejido lisas, sin pelo, con nudos muy variados, más o menos finos pero que tienen en común su superficie lisa, que evita la acumulación de polvo.
El sisal es un material resistente, que permite confeccionar alfombras para uso doméstico. Al ser un producto de fibra natural es necesario tener algunas precauciones de mantenimiento, evitando el agua y líquidos, además de instalarlas en lugares secos en los que no dé el sol directo. Aunque dependiendo de los diferentes modelos, hay algunos ofrecen un tratamiento especial impermeable y anti manchas.
Carácter rústico con cierto eclecticismo
El carácter rústico de estas alfombras las hacen inseparables de los ambientes y estilos decorativos rústicos y campestres, en los que encuentran su hábitat natural. Ni que decir tiene que encajan como anillo al dedo en casas de campo, por ejemplo, pero no tienes que tener una vivienda campestre para disfrutarlas.
Su carácter rústico deja vía libre a un eclecticismo teñido de cierta austeridad que las hace perfectas para muchos de los estilos decorativos de hoy en día en ambientes urbanos: estilos nórdicos, minimalistas, contemporáneos, boho, escandinavos y muchos otros.
Existen varias posibilidades de remate. Desde no rematarlas para instalarlas como moquetas (el borde ha de cubrirse, de lo contrario se deshilacha) hasta alfombras propiamente dichas rematadas con diversidad de festones o ribetes de hilo, o cintas de diferentes texturas, anchos y colores.
Mantenimiento y cuidados
No hay nada en esta vida que no tenga sus pros y sus contras. Las alfombras de sisal pueden hacer mucho por tu decoración, pero al mismo tiempo no son tan fáciles de mantener como las de polipropileno o sisal sintético, por ejemplo. Pero aunque no se puede tener todo, una alfombra de sisal puede durar muchos años a plena satisfacción con que solo se sigan unas precauciones básicas.
La primera es la elección: debemos tener claro donde no colocarlas. Por ejemplo, en ambientes húmedos o en donde les dé el sol directo. Igualmente preferiremos colocar en los lugares más transitados de la casa (por ejemplo, entrada o pasillos) alfombras más sufridas que reciban el desgaste más importante.
Tenemos que tener en cuenta que no son muy amigas del agua, de modo que la prevención en cuanto a manchas y derrames de líquidos es la mejor arma. Se deben limpiar con aspirador, evitando bordes cortantes y cepillos rotatorios agresivos. Los robots aspiradores no se recomiendan por defecto, pero si crees que el tuyo tiene un aspirado suave puedes hacer una prueba. En todo caso el aspirado regular y la prevención del lugar de colocación y el uso son las claves para que nuestra alfombra dure mucho tiempo decorando de manera rústica y natural. En caso de manchas, actuar cuanto antes, aplicando paños limpios para que absorban, sin frotar, y dejar secar.
En suma, las alfombras de sisal son uno de esos tipos de alfombras intemporales que llevan siglos entre nosotros y que seguirán dando mucha guerra varios siglos más, para quien busque decoraciones frescas, cálidas y naturales.
