Ya conocéis los puffs, esos prácticos, portátiles, coloristas, divertidos, llamativos, adaptables y hasta chiripitifláuticos asientos blanditos (valga la redundancia) con los que decoramos nuestras casas (aunque también los utilizamos para sentarnos). Pues ahora no vamos a hablar de puffs (bueno, o sí) sino de relleno para puffs.
Hablamos de los puffs blandos, es decir, aquellos fabricados con funda de piel sintética o con tela y que, como los bombones de licor, tienen relleno. Solo que este no se come, porque el relleno de puff es de perlitas de polestireno expandido. Hacemos esta precisión para distinguirlos de otro tipo de puffs, los rígidos tipo baúl, que suelen tener la estructura de madera y el interior hueco y por tanto no necesitan relleno para puffs.